El tren de las 4:30pm se deslizaba sobre los rieles, Haedo quedo atrás mientras yo miraba a las nubes conspirar para cubrir el cielo a través del sucio vidrio de la puerta que se abre en Ituzaingó.

Mi mirada pronto se canso de las nubes y dejo de enfocar sobre un punto fijo, estaba perdida, culpa de los pensamientos en los que ahondaba mas y mas mi mente. El tren disminuyó la velocidad hasta detenerse por completo y le abrió sus puertas a Morón.
El sonido de la puerta hizo que enfocara la vista nuevamente, y ahí estaba ella, sentada del otro lado del andén y su mirada cruzaba mis ojos pero veía más allá, veía a años luz de distancia perdida y aislada de lo que la rodeaba.

Algo te llamo la atención, volviste en si y encontraste mis ojos buscando algo místico en los tuyos, los miraste con curiosidad. Y el tiempo paso mas lento o fue mi imaginación, nuestras miradas seguían enredadas, no teníamos miedo de mostrar lo que reflejaban. Entonces con total espontaneidad sonreíste, te seguí en el gesto y llevaste las manos a tu cara sosteniendo con ellas tu cabeza para hacer una mueca digna de Penelope Cruz en "Abre los ojos". Nos reímos, las puertas se cerraron y el tren acelero. Un saludo con la mano, desatamos nuestras miradas y nos alejamos.

Fue la ultima vez que nos vimos, pero todos los días al llegar el tren a Morón aún busco tus ojos entre toda gente que con prisa innecesaria pasa frenéticamente de un lado hacia otro, demasiado rápido como para detenerse a observar los pequeños detalles que la vida esconde...